martes, 7 de septiembre de 2010

La Rana Luana

En un pantano vivía la rana Luana, le gustaba nadar y bucear todos los días acompañada de su mamá. Se escondían en el fondo cuando llegaban los otros animales a beber el agua en la fuente. Allí en el pantano cazaba la cocodrilo Ela.

La patita Kena nadaba muy orgullosa entre los juncos y las flores de  nenúfares sin darse cuenta que la cocodrilo muy hambrienta, la acechaba desde la orilla escondida en el fango.

Entonces la rana Luana, que se dio cuenta del peligro, buzando por el fondo se acerco a la patita  para advertirla del peligro.

domingo, 18 de julio de 2010

"Los Amigos del Pueblo"

Ha llegado la orquesta tropical del momento "Juaneco y su Combo". El pueblo está alborotado, la gente va y viene, unos comprando las entradas para el baile de la noche, otros simplemente curioseando. "Los Amigos del Pueblo" se han reunido, como de costumbre, en una esquina de la plaza , para enterarse de las últimas del día o simplemente rajar o gastarle algunas bromas a quién tomen de punto.

- Alguien podría indicarme donde comprar anzuelos? - Interrumpe la voz de un niño, al detenerse delante del grupo.
- Ves aquella tienda en la esquina?. Anda, allí encontrarás un viejo, él los vende. Debes hablar en voz alta, el viejo ya esta medio sordo - Explica, con amabilidad sospechosa, uno de los más ancianos del grupo.

viernes, 16 de julio de 2010

La Pelota de Trapo

En estos días que estamos en pleno campeonato mundial de fútbol, han venido al evento mis recuerdos de la infancia.  En medio de tanta propaganda a las marcas de pelotas, camisetas, zapatos, zapatillas deportivas y comentarios favorables y desfavorables a las escuadras participantes. Se filtra incontenible una pelota hecha de vejiga de chancho forrada con trapos y ni que hablar de mis ojotas que chutaban esa pelota directamente al arco delimitada con dos piedras.

Aquellos días de 1970, eran de los primeros años en la escuela. La escuela de mi aldea  funcionaba en una casa abandonada por la hacienda Urcon, con unas cuantas carpetas desvencijadas y unos cuantos libros. En un rincón nos esperaba pacientemente nuestra querida pelota de trapo,  el objeto preferido por el que valía la pena esperar y soportar las horas de escritura y lecturas obligatorias.